Como experto con más de una década de experiencia en redes de franquicias de estetica y belleza femenina, y más concretamente en manicura y pedicura –no en vano fue uno de los promotores de la primera cadena de franquicias de uñas de gel que se estableció en España– Carlos Suárez, en la actualidad creador y director general de la franquicia The Coloured Clap ha sabido perfeccionar en su nueva apuesta todos aquellos detalles que no acababan de convencerle de proyectos anteriores. De modo que este concepto es más asequible y más rentable.
“En los tiempos que corren, y estando el país como está, poner en marcha un negocio de manicura y pedicura no le puede costar a una emprendedora alrededor de 40.000 euros. Con nosotros son apenas 10.000. De igual modo, es preciso adaptarse al espacio del que dispones; por eso hemos sido capaces de ofrecerles desde un ‘corner’ de 6 m2, que puede ir ubicado dentro de una tienda de moda, una peluquería o el pasillo de un centro comercial, hasta una tienda de 40 metros cuadrados con tres puestos de atención al cliente”.
Además, en The Coloured Clap han sabido adaptar el precio de sus servicios a un mercado como el de la estética y la belleza, cada vez más exigente en lo que a calidad se refiere, pero también muy estricto en lo que a tarifas razonables se refiere. “El problema ha sido la intrusión oriental, que ha tirado por los suelos los precios –en torno al 40%– en contra de la calidad y a cambio de saltarse todas las normas de higiene, y no cuidar lo más mínimo las uñas de sus clientas Por contra, nuestras tarifas para los distintos tratamientos siendo de la máxima calidad, merced a nuestra asociación con la multinacional Kinetics, son tan solo un 10-15% más elevadas que las de estos establecimientos tan denostados”, continua Carlos Suárez para quien el sector ha permanecido bastante estable durante los primeros años de la crisis, esto es de 2009 a 2012, sufriendo tan solo una pequeña bajada en 2013, que ya ha sido no sólo neutralizada sino superada en lo que llevamos de 2014. “Si las ratios de los estudios del sector de la manicura y la pedicura hablan de que sólo una de cada siete españolas pasan por un centro especializado, la conclusión es clara: nos quedan seis por convencer. Con un servicio impecable, un lugar agradable al que les guste acudir cotidianamente y una calidad y unos precios competitivos”.
Si Carlos Suárez recomienda a las emprendedoras/inversoras apostar por la franquicia es porque la pertenencia a una buena marca proporciona un valor añadido imprescindible para no cometer errores y conseguir que el negocio salga adelante. Y si invita a unas y/o otras a considerar The Coloured Clap como la mejor opción es porque “nuestro proyecto es muy aglutinador. Tenemos las ideas muy claras al respecto de lo que hay que hacer, como es el cuidado de la imagen o el trato a la clienta, pero más claras todavía las de lo que no debe hacerse. Por eso somos la inversión más asequible del mercado, pero contamos con una calidad superior a la del resto de enseñas”.
El proyecto The Coloured Clap es en realidad muy joven, pues vio la luz en abril de 2013, con la apertura de un establecimiento en el centro de Madrid, y el comienzo de su actividad franquiciadora a finales del pasado año, que pronto va a dar sus frutos con la apertura de dos nuevos centros en Madrid, y otros tres más en distintas zonas de España, “gracias a la experiencia acumulada por el equipo, y al valor añadido que proporcionamos a todos nuestros franquiciados: sacando al menos dos colecciones nuevas cada año, con productos y tratamientos novedosos; siendo los únicos cuya manicura permanente tiene una réplica exacta en color en esmaltes convencionales de la marca. La filosofía de The Coloured Clap no es la de ser decoradores de manos, sino especialistas en el tratamiento de las uñas de manos y pies. En otras palabras, podría decirse que hacemos ‘tratamientos spa’: cuidamos la piel de manos y pies, no empleamos tornos eléctricos, ni usamos productos acrílicos que dañan las uñas”, argumenta el director general de esta cadena que presume de poner a disposición de sus clientas hasta ocho tipos diferentes de tratamientos, y de instruir a sus especialistas para aprovechar esos 45 minutos de media que tienen a su clienta sentada enfrente para aprovechar la venta ‘cruzada’ de otros productos: 12 fragancias de cremas, diferentes tratamientos de manicura y pedicura, y próximamente tratamientos anti-edad para el cutis. Por eso la marca hace tanto hincapié en la formación inicial, que es imprescindible para arrancar bajo el rótulo The Coloures Clap, “pues es la base del negocio, quienes trabajen en una tienda franquiciada de nuestra firma han de realizar un curso intensivo con un mínimo de dos semanas de duración en los diferentes servicios y técnicas de venta”.
El perfil ideal que The Coloured Clap busca para sus franquiciadas es el de personas “que ‘vivan’ el negocio, que les apasione, que entiendan las posibilidades que tiene, tanto como inversor como buscando el autoempleo”, continúa Carlos Suárez, quien asegura que poner en marcha uno de sus establecimientos cuesta tan solo 9.900 euros, “llave en mano’, incluyendo la maquinaria y herramientas necesarias, el mobiliario, sillones, elementos de imagen corporativa, sistema informático, formación, etcétera. Buscando siempre un emplazamiento agradable dentro del barrio, que no suponga un exceso de renta: prefiero una bocacalle o fuera de un centro comercial, y pagar una renta razonable, que una ‘primera línea’ comercial que se le puede complicar a nuestro franquiciado el amortizarla; porque una vez hayamos generado el fondo de comercio van a venir a buscarle”.