• Para aquellos que necesiten relajarse de la intensidad de la vida diaria en ciudad, para los que deseen adquirir mayor flexibilidad porque noten el clásico agarrotamiento muscular ocasionado por las malas posturas que se adoptan en el trabajo de oficina, e incluso para quienes se sientan bajos de ‘ánimo’ por culpa de la negatividad que acompaña siempre a los momentos de crisis social, una solución idónea puede ser el ‘nuad boran’, o masaje tailandés: una sabia manipulación articular, desde los pies hasta la cabeza, que reporta grandes beneficios para el bienestar de cuerpo y mente.
Si las responsables de la cadena de centros de salud y estética Templo del Masaje recomiendan el ‘nuad boran’, o masaje tailandés es porque se trata de una terapia muy completa, que se aplica a todo el cuerpo desde los dedos de los pies hasta la cabeza. En el proceso se eliminan toxinas y se libera el ‘qi’ (energía vital) para ofrecer al paciente una sensación de profunda paz, tanto en su cuerpo como en su mente.
“El masaje tailandés se basa en la teoría de que el cuerpo está impregnado de ‘lom’, o aire, que se inhala hacia los pulmones y viaja por el cuerpo a través de 72.000 caminos llamados ‘sen’”, explica Marina Corpa, una de las fundadoras de Templo del Masaje. “Así, el masajista manipula las principales líneas ‘sen’, presionando en cada momento determinados puntos básicos en el recorrido de éstas. Este masaje se compone de estiramientos, compresiones, movilizaciones articulares y estimulaciones reflejas. Manteniendo siempre un ritmo regular y contando con la armonía en la respiración de cliente y masajista, se estimula y desbloquea el libre flujo de ‘lom’ por las ‘sen’”.
Por ello, masaje tailandés puede ser una solución idónea para aquellos que necesiten relajarse de la intensidad de la vida diaria en ciudad, para los que deseen adquirir mayor flexibilidad porque noten el clásico agarrotamiento muscular ocasionado por las malas posturas que se adoptan en el trabajo de oficina, e incluso para quienes se sientan bajos de ‘ánimo’ por culpa de la negatividad que acompaña siempre a los momentos de crisis social, como el presente.
Según cuenta la leyenda –no exenta de rigor histórico– el masaje tradicional tailandés se remonta a la época de Buda, es decir hace más de 2.500 años, cuando su creador ‘Khru’ (maestro) o ‘Po’ (papá) Shivako –como le llaman cariñosamente los tailandeses– se incorporó como médico personal a la corte del padre de Siddhartha (Buda). Su conocimiento de las técnicas de masaje junto al uso de plantas medicinales con las que se trabaja en la medicina india (ayurveda), y el yoga, comenzaron pronto a extender su fama por todo Oriente, pues no en vano, fusionaba muchos de los estiramientos y ‘asanas’ del yoga con presiones realizadas con los dedos, manos, codos, rodillas y pies, completado con las conocidas manipulaciones articulares del masaje oriental, que se basa en un trabajo profundo mediante presiones.
“Estos masajes suponen un trabajo minucioso y muy efectivo de toda la musculatura del cuerpo a través de los meridianos o líneas energéticas ‘sen’. El bloqueo de estos canales provoca molestias, dolores y enfermedades, y los terapeutas usamos nuestras manos, pies y codos para aplicar presiones sobre puntos específicos a lo largo de estos canales, en combinación con suaves estiramientos y ‘asanas’ de yoga. De este modo, conseguimos un efecto a la vez energético y relajante, pues liberamos la propia capacidad autorreguladora del cuerpo, restableciendo el equilibrio, la salud y la armonía”, argumenta Marina Corpa. “Trabajamos las líneas energéticas del cuerpo, liberando todas las contracturas y estimulando la circulación energética por todo el organismo, por lo que al terminar el masaje se percibe una inmensa sensación de energía y de relajación mental”.
Durante la práctica de los masajes tailandeses, se deben tener en cuenta ciertas particularidades físicas o dolencias momentáneas o establecidas en el cuerpo físico de quienes los solicitan., evitando las posturas que pudieran incrementar el dolor de las zonas afectadas. La técnica se desarrolla en un futón (colchoneta especial) y cuenta con movimientos procedentes del yoga. El paciente viste ropa cómoda como un pijama o ropa de algodón y el masajista emplea sus manos, rodillas, piernas y pies para ejercer las presiones y auxiliar los estiramientos del masaje. Y cuando el ‘nuad boran’ es recibido con regularidad, se aprecia una mejoría generalizada del sistema nervioso, respiratorio, circulatorio, digestivo e inmunológico. Ayuda a reducir el estrés y ansiedad, relaja la tensión corporal, mejora la circulación, aumenta el nivel de energía vital y la autoestima. También ayuda a la digestión, combate el insomnio, incrementa la flexibilidad y corrige la postura, libera bloqueos físicos y energéticos y armoniza la relación psicosomática.
La franquicia Templo del Masaje es un concepto de negocio novedoso en nuestro país que aúna dos actividades: los masajes terapéuticos y relajantes y los tratamientos estéticos más habituales. Este negocio nace de la mano de tres mujeres emprendedoras, las hermanas Marina y Maribel Corpa, y Marina Assir. Para aquellos emprendedores interesados en unirse a Templo del Masaje, la inversión inicial ronda los 20.070 euros (sin incluir la obra civil que precise el local), con un canon de entrada de 6.000 y un ‘royalty’ mensual de 500 euros. El contrato se establece por un periodo inicial de 10 años. En cuanto al establecimiento necesario, ha de hallarse a pie de calle y contar con un mínimo 50 m2, preferible en zonas de más de 100.000 habitantes con una renta per capita media, en barrios consolidados comercialmente y, a ser posible, en zonas comerciales y/o empresariales, con tránsito peatonal y facilidad de aparcamiento.